Un viernes de debate teórico! Este texto lo pasaron los amigxs de Not Made In China y la verdad es que genera muchas preguntas, ideas, movilización de cosas. Por eso lo replicamos, esperando aportar al debate sobre qué mundo queremos. Es largo y no hay por qué estar de acuerdo, pero creemos que vale la pena…

CopyFarLeft y CopyJustRight por Dmytri Kleyner

En el campo del desarrollo de software, el copyleft ha probado ser un medio tremendamente efectivo de creación de un “commons” (bien común) informático que beneficia ampliamente a todos aquellos cuya producción depende de él. Sin embargo, muchos artistas, músicos, escritores, cineastas y otros productores de información son escépticos con respecto a la posibilidad de ganarse la vida en un sistema basado en el copyleft, donde cualquiera es libre de reproducir sus trabajos.

La licencias copyleft garantizan la libertad de la propiedad intelectual al requerir que el reutilizamiento y la redistribución de la información estén gobernados por las cuatro libertades: la libertad de usar, estudiar, modificar y redistribuir.

Sin embargo, la propiedad es el enemigo de la libertad. Es la propiedad, la capacidad de controlar bienes productivos desde la distancia, la capacidad de “poseer” algo y someterlo a su uso productivo por parte de otras personas, lo que posibilita el subyugamiento de individuos y comunidades. Donde la propiedad es soberana, los dueños de la escasa propiedad pueden privar de la vida al negar el acceso a la propiedad, o si no privar de la vida de modo absoluto, al menos sí hacer de la vida de trabajo una esclavitud con una paga que no supere los costos de reproducción.

David Ricardo fue el primero en describir la Renta Económica. Explicado de modo sencillo, la renta económica es el ingreso que el dueño de un bien productivo gana sólo por ser el dueño y sin hacer nada, sólo por poseer. Así, la renta es el retorno económico por dejar que otros usen la propiedad. ¿Cuánto pagaría una persona por su derecho a existir? Bueno, pagarían todo lo que produce, menos los costos de su subsistencia. Esta es la posición de negociación básica que enfrentamos todos los que nacemos en un mundo enteramente poseído por otros.

La ley de hierro de los salarios

La renta permite a los dueños de la propiedad escasa llevar a la subsistencia a los trabajadores sin propiedades, como explica David Ricardo en su Ley de Hierro de los Salarios: “El precio natural del trabajo es el precio necesario para que los trabajadores, unos con otros, subsistan y perpetúen su raza”. [1]

La subsistencia no debe entenderse como el justo mínimo requerido para en verdad sobrevivir y reproducirse. Aún en los tiempos de Ricardo, muchos de los trabajadores no estaban en una posición en la que si ganaban un centavo menos hubieran caído muertos. En lugar de ello, los trabajadores, por su sola definición, no pueden ganar lo suficiente como para hacer algo más que ganarse la vida.

Suele argumentarse que la Ley de Hierro de los Salarios no se aplica por la diferencia entre el precio “natural” teórico y el precio real de mercado del trabajo, pero ese no es argumento contra la Ley de Hierro. Mientras los trabajadores no tengan propiedades, cualesquiera sean los aumentos de salario que perciban, éstos son barridos por la inflación de precios, casi siempre debido a la creciente competencia por locaciones y al aumento de la renta de la tierra. La reducción de los salarios por la inflación es una alternativa a la reducción de los salarios en manos de la “ilusión del dinero”. Como escribe John Maynard Keynes en su Teoría general del empleo, el interés y el dinero: “A veces se dice que es ilógico que la mano de obra se resista a la reducción de los salarios nominales pero no a la de los salarios reales […] la experiencia demuestra que este es el modo en que se comporta la fuerza de trabajo”. [2]

La inflación de los precios, mayormente en la forma de renta económica, impide a los trabajadores ganar lo suficiente como para acumular la propiedad de bienes productivos ellos mismos, y los mantiene dependientes de los dueños de la propiedad.

Lo que plantea la Ley de Salarios en realidad es que los trabajadores, como clase, no pueden convertirse en propietarios, y por lo tanto no pueden escapar de la apropiación del producto de su trabajo por parte de los propietarios. Esto crea intereses diferentes entre los “dueños” de los bienes productivos escasos y el resto de la sociedad.

En los usos de la economía moderna, la renta se aplica a cualquier bien productivo escaso. En los tiempos de Ricardo, se trataba principalmente de la tierra. En su Ensayo sobre Ganancias, David Ricardo argumenta: “el interés del terrateniente es siempre opuesto al de todas las otras clases de la comunidad”. [3]

Esta oposición se llama lucha de clases: la lucha de los que producen contra los que poseen. El socialismo y todos los otros movimientos de izquierda toman esta lucha de clases como punto de partida.

Movilizacion popular

El socialismo es la creencia de que los productores en sí mismos deben poseer los medios de producción, y que la renta no es otra cosa que los propietarios robando a los productores. Como Pierre-Joseph Proudhon argumentó en su mítico “Qué es la propiedad?”, publicado en 1840: “la propiedad es robo”. [4]

La propiedad no es un fenómeno natural, sino algo creado por ley. La posibilidad de extraer renta depende de la capacidad de controlar un recurso escaso, aún cuando sea utilizado por alguien más. En otras palabras, la capacidad de forzar a esa otra persona a pagar por él. O, en términos de producción, forzarlos a compartir el producto de su trabajo con el dueño de la propiedad. Control a la distancia.

De este modo, la renta sólo es posible mientras esté sostenida por la fuerza, lo cual es felizmente otorgado por el Estado a los dueños de propiedades. Sin no fuera por la capacidad de forzar a los trabajadores a compartir el producto de su trabajo con el propietario improductivo y ausente, este último no podría ganarse la vida, y mucho menos acumular más propiedad. Como escribió Ernest Mandel en su Materialismo Histórico y Estado Capitalista (1980): “sin violencia capitalista de Estado, no hay capitalismo seguro”.

El propósito de la propiedad es garantizar una clase no propietaria que produzca una riqueza que pueda gozar la clase propietaria. La propiedad no es amiga del trabajo. Esto no significa que trabajadores individuales no puedan convertirse en dueños de una propiedad, sino que hacerlo implica escapar de su clase. Los casos de éxitos individuales no cambian las reglas generales. Como ironizó Gerald Cohen: “Quiero alzarme con mi clase, no sobre ella!”.

La situación global actual confirma que el caso es que los trabajadores, como clase, no pueden acumular propiedad. Un estudio del World Institute for Development Economics Research de la United Nations University establece que en el año 2000 tan sólo el 1% de los adultos era dueño del 40% de los bienes globales, y que el 10% de los adultos más ricos acumulaba el 85% del total mundial. [5]

La mitad inferior de la población adulta posee apenas el 1% de la riqueza global. El informe incluye estadísticas expandidas, muchas de las cuales indican la creciente disparidad mundial.

Cualquier investigación de la propiedad intelectual debe ser entendida dentro de este contexto de una enorme desigualdad de riqueza y de lucha de clases.

La propiedad intelectual, el copyright incluido, es una extensión de la propiedad sobre los bienes inmateriales, sobre la información. El copyright es una construcción legal que intenta que ciertos tipos de bienes inmateriales se comporten como bienes materiales, para que puedan ser poseídos, controlados y comercializados.

Suele decirse desafortunadamente que la propiedad intelectual tiene por objeto permitir que los productores de información se ganen la vida. Permitir, por ejemplo, que los músicos ganen plata de la música que hacen. Sin embargo, el entendimiento de la lucha de clases deja en claro que mientras la clase poseedora quiera tener música, debe permitir que el músico se gane la vida. No requieren la propiedad intelectual para este propósito. En cambio, requieren la propiedad intelectual para que los dueños de propiedades, no los músicos, ganen dinero sobre la música que los músicos hacen.

En un sistema de propiedad, los músicos en su conjunto no pueden retener la propiedad del producto de su trabajo más que los trabajadores de una fábrica textil. El propósito de la propiedad intelectual, reformulando mi anterior declaración, es asegurar que la clase no poseedora exista para producir la información de la cual se beneficia la clase poseedora. La propiedad intelectual no es amiga del trabajador intelectual o creativo.

La ley de hierro de las ganancias de copyright

El sistema de control privado sobre los medios de publicación, distribución, promoción y producción mediática asegura que los artistas y todo otro trabajador creativo pueda ganar no más que su subsistencia. Ya sea un bioquímico, un músico, un ingeniero de software o un cineasta, ha cedido todos sus copyrights a los propietarios antes incluso de que estos derechos tengan algún valor económico real, por no más que los costos de reproducción de su trabajo. Esto es lo que yo llamo la Ley de hierro de las ganancias de copyright.

Existen, sin embargo, diferencias importantes entre la propiedad intelectual y la propiedad física. La propiedad física es escasa y genera competencia, mientras que la propiedad intelectual puede ser copiada, tiene un costo de reproducción casi nulo y puede ser utilizada de modo simultáneo por cualquiera que tenga una copia.

Es precisamente esta característica de reproductibilidad ilimitada que requiere que el régimen de copyright convierta a la información en propiedad. En el largo plazo, el valor de cambio de cualquier bien reproducible es llevado a la competencia de su costo de reproducción. Ya que hay pocas barreras a la reproducción de un bien informacional, éste no puede tener un valor de cambio más allá de la mano de obra y de los recursos necesarios para su reproducción. En otras palabras, en sí mismo no tiene valor de cambio en el largo plazo. Así, los dueños de esta propiedad (que no deben ser confundidos con los productores), necesitan leyes que impidan la reproducción. Sólo si es ilegal que otros lo copien, los propietarios pueden extraer una renta sobre el derecho de copia.

Mientras que la propiedad en sí es creada por ley, los bienes materiales son escasos y generan competencia por naturaleza. Sin embargo, como la información copiable se hace escasa sólo por ley, también puede ser abundante por ley, lo que nos lleva, finalmente, al copyleft.

Copyleft y copyright

La información puede no tener valor de cambio sin el copyright, pero ciertamente tiene valor de uso sin el copyright, y hay muchos productores de información cuya motivación de producir es motivada por la creación de este valor de uso, ya sea que pueda o no capturar directamente su valor de cambio. En consecuencia, no es una sorpresa que el copyleft haya crecido en importancia en el desarrollo de software, en el surgimiento de la comunidad de software libre.

El software se usa en la producción. El trabajo diario de prácticamente cada oficina, cada instituto académico y cada fábrica, depende del software, ya que para todas estas organizaciones el valor de uso del software puede ser directamente trasladado al valor de cambio en el curso de su producción normal, no vendiendo el software directamente, sino haciendo lo que sea que esa organización haga, vendiendo el producto que sea y usando el software para aumentar su productividad.

Pagar por licencias de software y aceptar los términos restrictivos de esas licencias no está en sus intereses. Como dijo David Ricardo con respecto a los terratenientes, el interés de una compañía de software como Microsoft es siempre opuesto al interés de los usuarios de software.

Las organizaciones que utilizan software, escuelas, fábricas, oficinas, empresas de comercio por internet, conjuntamente emplean más desarrolladores de software que las pocas empresas que venden software propietario, como Microsoft. De este modo, el software libre es muy atractivo para ellos: les permite reducir sus costos de desarrollo individual al mantener colectivamente un stock común de bienes de software.

Mikko Mustonen de la Helsinki School of Economics incluso argumenta que algunas veces las compañías que venden licencias propietarias tienen un gran incentivo para contribuir al software libre. En su paper de 2005, When Does a Firm Support Substitute Open Source Programming?’, Mustonen argumenta: “una empresa que vende un programa protegido por el copyright tiene el incentivo de apoyar la programación copyleft sustituta cuando este apoyo crea compatibilidad entre programas y los programas muestran efectos de red. [6]

Entonces, el valor de uso del software libre es deseado por las organizaciones que pueden y de hecho pagan a los desarrolladores de software para que lo hagan, aún cuando no tengan copyright exclusivo sobre él.

Aún, el software libre no fue concebido meramente para reducir los costos de desarrollo del software corporativo. Richard Stallman, el inventor de la General Public Licence (GPL), bajo la cual una buena parte del software libre es lanzado, escribe en el website de su organización:“Mi trabajo en el software libre es motivado por una meta global: expandir la libertad y la cooperación. Quiero alentar a que el software libre se expanda hasta reemplazar al software propietario que impide la cooperación, y de este modo hacer que nuestra sociedad sea mejor.” [7]

El espíritu de cooperación no es ciertamente único entre los desarrolladores de software, otros productores creativos han expresado su deseo de trabajar en un stock común, un “commons” de material intelectual en su práctica. Como resultado, el copyleft ha traspasado las fronteras del software para ingresar al arte también. Músicos, escritores y otros artistas empezaron a lanzar sus trabajos bajo licencias copyleft del estilo del GPL.

Sin embargo, hay un problema: el arte, en la mayor parte de los casos, no entra comúnmente en la cadena productiva como lo hace el software. Los dueños de las propiedades van a apoyar al software libre por las razones descriptas, pero en la mayoría de los casos no apoyarían la creación de arte libre. ¿Por qué habrían de hacerlo? Como toda información copiable, no tiene valor de cambio directo, y a diferencia del software libre no tiene valor de uso directo en la producción. Su valor de uso existe sólo entre los fans de este arte, y si los propietarios no pueden cobrarles a estos fans por el derecho de copia, ¿en qué los beneficia? Y si los propietarios no apoyan el arte libre, distribuido gratuitamente, ¿quién lo haría? La respuesta no es clara. En algunos casos, instituciones como fundaciones públicas o privadas, pero sólo podrían apoyar a un pequeño número de artistas, y sólo mediante un muy dudoso y arbitrario criterio de selección para decidir quién recibe ese financiamiento y quién no.

De este modo, el Copyleft, tal cual fue desarrollado por la comunidad de software libre, no es una opción viable para la mayoría de los artistas. Aún para los desarrolladores de software, se aplica la ley de hierro de salarios: pueden ganarse la vida pero nada más, los dueños de la propiedad aún van a conseguir el valor total del producto de su trabajo.

El copyleft no es, por lo tanto, capaz de “mejorar la sociedad” en algún sentido material, porque además de no ser viable para muchos tipos de trabajadores, la mayor parte del valor de cambio extra creado por los productores de información copyleft es en cada caso capturado por los dueños de las propiedades materiales.

Como el copyleft no permite que los trabajadores acumulen riqueza más allá de su subsistencia, el copyleft en sí mismo no puede cambiar la distribución de los bienes productivos, lo que cualquier estrategia revolucionaria debe procurar. La emergencia del software libre, el “filesharing” (archivos compartidos) y las formas artísticas que se basan en el muestreo y reutilización de otros medios, sin embargo, han creado un serio problema al sistema de copyright tradicional.

Las industrias de la música y el cine, en particular, están en el medio de lo que sería una guerra contra sus propios consumidores, al no permitirles que se bajen o tomen muestras de su propiedad. Es claro que la tecnología de redes digitales presenta un serio problema a las industrias de la grabación y el cine.

En las etapas iniciales del software libre, muchas corporaciones, especialmente las corporaciones de software, reaccionaron muy mal ante la idea del copyleft, y trataron de combatirlo con las mismas tácticas agresivas con las que la Recording Industry Association of America (RIAA) y sus amigos están desatando ataques contra la comunidad de “filesharing”. Un caso famoso fue el de las acciones legales del Grupo SCO contra las empresas que usaban o promovían el Linux. [8]

Las acciones de la RIAA pueden ser comprendidas en ese mismo sentido: una reacción conservadora para proteger sus intereses. Sin embargo, no todos los propietarios creen que la acción legal pueda frenar la emergencia de nuevas tecnologías. Muchos creen que las industrias del cine y la música necesitarán adaptarse, y que la ley de copyright debe ser modificada para este medio cambiante.

Copyjustright

Entonces, así como el capital se ha unido al movimiento de software libre para reducir los costos de desarrollo de software, el capital también está uniéndose al movimiento de arte disidente para integrar los archivos compartidos y el muestreo en un sistema diferente de control basado en la propiedad.

El copyleft no permite extraer renta del derecho a copia, y los propietarios no quieren algo que cambie el régimen de propiedad, sino crear más categorías y subcategorías para que prácticas como compartir archivos y el “remixing” puedan existir dentro del régimen de propiedad. En otras palabras, “copyjustright”. Una versión más flexible del copyright que pueda adaptarse a los usos modernos pero que aún encarne y proteja, en última instancia, a la lógica de control. El ejemplo más prominetnte de ello es el Creative Commons y su miríada de licencias “just right”. “Algunos derechos reservados”, el lema del site, lo dice todo.

La ley de hierro del las ganancias del copyright evidencia que esos “derechos reservados” no son para los creadores de la música, los videos y otros trabajos creativos, ya que los artistas no tienen medios para negociar algo más que sus subsistencia. Entre esos “algunos derechos” que se reservan, el principal es el derecho a que el creador transfiera la posesión de sus trabajos a la clase propietaria. Cuando sea que la clase propietaria tenga entre sus intereses el de poseer ese trabajo y, por supuesto, por completo dentro de los términos que dicta la clase propietaria.

La ley de hierro fue ilustrada en ‘Artists’ Earnings and Copyright’[9] de Martin Kretschmer, donde el autor concluye que “El creador tiene muy poco que ganar de la exclusividad”. En su estudio Empirical Evidence On Copyright Earnings [10], establece: “las ganancias de las actividades no-copyright o aún no-artísticas, son una importante fuente de ingresos para la mayoría de los creadores”, y ello incluye muchas estadísticas asombrosas, como por ejemplo el hecho de que el pago medio que la Performing Right Society del Reino Unido efectuó a los dueños de copyright en 1994 fue de 84 libras.

Entonces, si ni el copyleft ni el copyright ni el copyjustright pueden torcer la ley de hierro para en última instancia enriquecer a los aristas y otros trabajadores como clase, ¿hay alguna razón para que un socialista se interese en las licecias de propiedad intelectual?

Los socialistas promueven la idea de que la riqueza debe ser compartida de un modo más justo y equitativo, y controlada por la gente que la produce. Tal vez la mejor forma de lograr esto sea a través de empresas propiedad de los trabajadores, cooperativas y consejos descentralizados. Que los socialistas se interesen en oreganizaciones de trabajadores auto-organizados y en la producción basada en “commons” como un medio de lucha de clases, la respuesta es “sí”.

Por la misma razón por la que las organizaciones capitalistas apoyan al software libre, porque representa un stock común de valor de uso que pueden aplicar a su producción para crear valor de cambio y hacer dinero, la producción basada en “commons” y en consecuencia toda empresa de trabajadores auto-organizados puede beneficiarse también de un stock común de arte copyleft y puede incorporar artistas a sus empresas colectivas y compartir los ingresos resultantes.

Como estableció la Internacional de Trabajadores en su contitución de 1905: “En lugar de su lema conservador, “Un salario diario justo para un día de trabajo justo”, tenemos que inscribir en la bandera de nuestra consigna revolucionaria: “Abolición del sistema de salarios”, y aún que “La misión histórica de la clase trabajadora es acabar con el capitalismo”. El ejército de producción debe ser organizado, no para la lucha diaria con los capitalistas, sino también para continuar la producción cuando el capitalismo haya sido abolido. Organizándonos industrialmente, formamos la estructura de la nueva sociedad dentro de la cáscara de la vieja.”

Copyfarleft

Para que el copyleft tenga algún potencial revolucionario debe ser Copyfarleft. Debe insistir en que los trabajadores sean dueños de los medios de producción.

Para hacer de ello una licencia, en lugar de establecer una serie de términos para todos los usuarios, habría que aplicar reglas diferentes para cada clase. Específicamente, un conjunto de reglas para aquellos que trabajan dentro del contexto de trabajadores/dueños y producciones basadas en “commons”, y otra para los que en su producción utilizan propiedad privada y trabajo asalariado.

Una licencia copyfarleft debe hacer posible que los productores compartan libremente y que conserven el valor del producto de su trabajo. En otras palabras, los trabajadores deben poder hacer dinero al aplicar su propio trabajo a la propiedad mutual, pero debe ser imposible que los dueños de propiedad privada hagan dinero al utilizar trabajo asalariado.

Así, bajo una licencia copyfarleft, una imprenta cooperativa propiedad de los trabajadores debe poder reproducir, distribuir y modificar el stock común como quiera, pero una compañía editorial privada no podría tener libre acceso.

Una tendencia en los trabajos de artistas pro-copyleft parece relacionarse con esta idea. Las licencias copyleft “Non-Commercial” establecen dos conjuntos de reglas, donde se permiten los usos no comerciales y teóricamente endógenos (originados dentro del commons), mientras que los usos comerciales y exógenos (originados fuera del commons) están prohibidos, a excepción de que los autores originales den su autorización. Ejemplos de este tipo de licencias incluyen la Creative Commons Non-Commercial ShareAlike.

Sin embargo, para crear términos endógenos del commoms, los trabajadores mismos deben estar en el commons, y mientras que los autores se reserven el derecho de hacer dinero con su obra e impedir que otros productores basados en los commons puedan hacerlo, el trabajo no puede considerarse como parte del commons en absoluto, pues es trabajo privado. Como tal, no puede establecer términos libres y endógenos del commons, como requeriría una licencia copyfarleft. Este problema de la “hazaña del commons” para trabajos que no están en realidad dentro de un stock común es típido del enfoque copyjustright que ejemplifica Creative Commons.

Una licencia copyfarleft debe permitir el uso comercial basado en commons y debe impedir la posibilidad de extraer ganancia explotando trabajo asalariado. El copyleft no-comercial no hace ninguna de las dos cosas: impide el comercio basado en commons y restringe la explotación asalariada al sólo requerir que los explotadores compartan el botín con el así llamado autor original. Ello de ninguna manera supera la ley de hierro ni para autores ni para otros trabajadores.

“No-comercial” no es una manera apropiada para describir los límites de lo endógeno y exógeno. Pero no existe ninguna otra licencia de commons que ofrezca un marco legal apropiado para que los trabadadores basados en commons puedan utilizar.

Sólo una licencia que impida de modo efectivo que la propiedad alienada y el trabajo asalariado sean utilizados en la reproducción de lo que en otro caso sería un commons informacional libre, puede modificar la distribución de la riqueza.

Trad.: Lorena Baqués

Publicado en ingles en Mute

Notas:

[1] David Ricardo,On the Principles of Political Economy, 1817. Disponible en: http://socserv2.socsci.mcmaster.ca/econ/ugcm/3ll3/ricardo/prin/prin1.txt

[2] John Maynard Keynes, The General Theory of Employment, Interest, and Money, 1936. Disponible en: http://www.marxists.org/reference/subject/economics/keynes/general-theory/

[3] David Ricardo An Essay on Profits, 1815. Disponible en: http://socserv.mcmaster.ca/econ/ugcm/3ll3/ricardo/profits.txt

[4] Disponible en: http://etext.virginia.edu/toc/modeng/public/ProProp.html

[5] James B. Davies, Susanna Sandstrom, Anthony Shorrocks, and Edward N. Wolff, The World Distribution of Household Wealth, http://www.wider.unu.edu/research/2006-2007/2006-2007-1/wider-wdhw-launch-5-12-2006/wider-wdhw-report-5-12-2006.pdf

[6] Disponible en: http://ideas.repec.org/a/bla/jemstr/v14y2005i1p121-139.html

[7] http://www.gnu.org/philosophy/pragmatic.html

[8] Para más información ver: http://en.wikipedia.org/wiki/SCO_Group#SCO-Linux_lawsuits_and_controversies

[9] Disponible en: http://www.firstmonday.org/issues/issue10_1/kretschmer/

[10] Disponible en: http://ipr.dime-eu.org/files/active/0/Kretschmer.pdf

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